Nuestra barrera protectora
Respira, siente y se regenera. La piel no sólo es nuestro mayor órgano sensorial, sino también uno de los órganos humanos más polifacéticos, tanto a nivel físico como emocional. A continuación hemos reunido algunos datos interesantes.
Protege nuestro cuerpo contra las influencias ambientales y lo aísla del mundo exterior. Es responsable de nuestra regulación térmica. Y es un importante "puesto de avanzada" de nuestro sistema inmunitario para protegerse de los agentes patógenos. La piel está muy viva y cambia constantemente. Su metabolismo existe en un intenso intercambio de líquidos y gases (respiración cutánea) y puede reaccionar de forma muy sensible a las influencias físicas y emocionales. Nuestra piel está asociada en muchos sentidos a nuestro mundo emocional interior. Como nuestro mayor órgano sensorial, trabaja con una red de células sensoriales altamente especializadas distribuidas por todo el cuerpo para formar la base de nuestra percepción de la temperatura, el tacto y el dolor. Al mismo tiempo, hace aflorar nuestros estados emocionales internos y revela nuestros sentimientos, por ejemplo, cuando nos sonrojamos o nos ponemos pálidos.
La piel como órgano sensorial
La piel tiene muchas funciones y son numerosos los procesos del organismo en los que interviene. Es especialmente importante su función como órgano sensorial. Podemos distinguir tres grupos principales de percepciones sensoriales muy refinadas en el ser humano. Estos son:
- El sentido térmico, que nos permite percibir la temperatura que nos rodea y compararla con la nuestra. El sentido térmico sirve para mantener nuestra temperatura corporal, y también ayuda a protegernos contra la congelación y las quemaduras. Nuestra temperatura corporal también afecta a nuestro bienestar físico.
- Los sentidos táctiles, que nos permiten percibir el tacto, la presión y las vibraciones.
- Los receptores del dolor, que nos permiten percibir daños inminentes o ya producidos en los tejidos debido a influencias externas (como las lesiones) o desde el interior (como la inflamación).
El espejo del alma
Las reacciones cotidianas, como ponerse pálido por el miedo y el temor o sonrojarse por la vergüenza, el bochorno y otras emociones, demuestran la importancia de la piel como espejo del alma. Los estímulos externos pueden influir en nuestro estado de ánimo. Dependiendo de lo sensibles que seamos, las sensaciones de frío y calor, la presión y el dolor pueden afectarnos de diferentes maneras. Nuestra piel y nuestra alma están íntimamente ligadas. Muchas enfermedades de la piel pueden provocar problemas de salud mental o estrés. A la inversa, muchas enfermedades de la piel tienen un trasfondo psicosomático. En la Medicina Antroposófica buscamos una comprensión más profunda de las enfermedades. Se presta especial atención a la relación entre la piel y los procesos físicos y emocionales.
© Skin cross-section Getty Images - All figures are approximate.
Dr. Frank Meyer
General Physician
Dr. Mayer is specialised in Anthroposophic Medicine and is an expert on Holistic Medicine. He lives and works in Nuremberg, Germany.