En busca de la luz
Los rayos del sol iluminan la tierra, iluminando nuestros espacios vitales, las praderas y el mar. La luz nos acompaña durante todo el día e influye en todos los seres vivos. Los ciclos naturales de luz y oscuridad marcan el ritmo de la vida.
Es banal y fantástico al mismo tiempo: nos cansamos, nos dormimos, nos despertamos y experimentamos las horas pico y las pausas en el transcurso del día. Detrás de estos procesos evidentes se esconde un complejo sistema de control: nuestro "reloj interno". Una parte del cerebro del tamaño de un guisante, el núcleo supraquiasmático (SCN) es nuestro cronometrador central. Transmite información a billones de relojes periféricos ubicados en células de todo nuestro cuerpo. Estos diferentes relojes se comunican entre sí a través de las hormonas y el sistema nervioso automático. Como reloj maestro, el SCN recibe impulsos de células sensoriales de luz especiales en el ojo para sincronizar nuestros ciclos internos con el mundo exterior.
La planta entera "ve"
Las plantas no tienen ojos, pero reaccionan a la luz como los humanos. Toda la planta "ve" a través de los pigmentos de color en sus hojas, capullos, tallos y flores. "En mi investigación descubrí un grupo único de genes necesarios para que una planta determine si está en la luz o en la oscuridad. Para mi sorpresa y en contra de todos mis planes, descubrí más tarde que este mismo grupo de genes también es parte del ADN humano. Muchos años después y después de mucha investigación sabemos que estos genes no sólo se conservan entre plantas y animales, sino que también regulan (entre otros procesos de desarrollo) las respuestas a la luz en ambos", escribe el biólogo Daniel Chamovitz en su libro, Lo que una planta sabe: Una guía de campo para los sentidos (2012). Las plántulas crecen hacia una fuente de luz; las flores se abren al amanecer y se cierran al atardecer.
En primavera, tan pronto como la proporción día-noche excede un cierto umbral, las flores comienzan a florecer. Con sus característicos pétalos amarillos, el girasol hace honor a su nombre, siguiendo la ruta diaria del sol a través del cielo. La hormona auxina, que estimula un crecimiento más fuerte en las partes de la planta que están sombreadas, hace que la planta se incline hacia el sol y capte más luz.
Los aceites vegetales contienen energía ligera
El médico Julius Robert Mayer (1814-1878) fue el primer científico natural en entender que la fotosíntesis implica la conversión de la energía de la luz en energía química. La glucosa que se forma en el proceso se convierte por reacciones bioquímicas en grasa, que también está presente en las semillas, que contienen los aceites beneficiosos que podemos disfrutar.
Referencias:
Daniel Chamovitz: Lo que una planta sabe: Una guía de campo de los sentidos. Nueva York: Scientific American / Farrar, Strauss y Giroux: 2012
Stefano Mancuso, Alessandra Viola: Verde brillante: The Surprising History and Science of Plant Intelligence, Washington, DC: Island Press, 2015
Kathrin Meyer y Judith Elisabeth Weiss (Ed. para el Museo Alemán de Higiene de Dresde): "Of Plants and Humans", Wallstein, 2019
Till Roenneberg: "Cómo hacemos tictac. El significado de la cronobiología para nuestras vidas", Dumont, 2012.