Granada
Un experto en equilibrar los extremos, estimulando y regenerando la vidaUn símbolo de fuerza y belleza
En muchas culturas, la granada ha sido familiar durante miles de años. Originario del antiguo Imperio Persa, que incluía la Grecia moderna, Turquía, Irán e Irak, aún se cultiva en el Mediterráneo, en el Medio Oriente y en la India. En estas culturas, la fruta es conocida como un símbolo de belleza, fertilidad, sensualidad y fuerza desde la antigüedad. La planta puede alcanzar edades respetables: algunos ejemplares tienen más de 200 años. En los últimos años, el fruto de la granada fue redescubierto para cocinar y para crear nuevos cosméticos.
Propiedades científicamente probadas
El aceite de semilla de granada tiene propiedades antioxidantes y regenerativas debido a su alto contenido de polifenoles. Estos fitoquímicos de origen natural actúan como un excelente eliminador de radicales libres, responsables de acelerar el envejecimiento en la piel y células. El aceite revitaliza las células de la piel para que esta se apriete y suavice de forma natural. Sus numerosas propiedades positivas también fueron recientemente confirmadas por distintos estudios científicos.
Constante crecimiento
El efecto vigorizante y revitalizante de la granada en nuestra piel se ve reforzado debido a que los procesos de crecimiento de la planta no ocurren consecutivamente, con pausas reconocibles entre las fases, sino que fluyen entre sí, sucediendo simultáneamente, al igual que nuestras fases de la vida humana.
A partir de los 40 nos beneficiamos más de sus propiedades. En esta etapa de la vida, recordamos nuestra experiencia y somos capaces de reconocer quiénes somos y quiénes no. Sin embargo, a medida que envejecemos, nuestra piel cambia: su vitalidad disminuye, los procesos de regeneración se ralentizan y las tendencias de endurecimiento ya no pueden contrapesarse automáticamente de la noche a la mañana.
Un maestro de la transición
Es en este momento que la granada puede proporcionar su valioso servicio. Media entre los opuestos jóvenes y maduros, lo que les permite fluir unos hacia otros, desarrollando un marco para efectos dinámicos y regenerativos en el individuo. Así, el aceite de semilla de la granada estabiliza y relaja la piel en tiempos de transición, armonizando la belleza interna y externa y animándonos a mirar hacia el futuro con serenidad.